viernes, 21 de noviembre de 2008

Domingo Terrible


Una vez escribí que no quería escribir más. Después me quedé sin tinta, y en lugar de seguir viviendo, me desesperé buscando otro bolígrafo. Era domingo, nadie trabaja los domingos.
Me desplomé en el sillón ahogada por la angustia. Enseguida se me ocurrió la idea de escribir en el ordenador, pero la luz se había ido. Sin teléfono y sin vecinos, nadie que me prestase acaso una pintura. Y pensé que había de ser más importante estar vivo que la necesidad de escribir, que cuántas veces habría escrito sobre ello. Pero, qué pasaría si no pudiera dejar constancia de lo que siento, fue algo inconcebible para mí.

Tomé una aguja y me abrí una herida en el dedo. Aún conservo la hoja manchada, inundada con las letras borrosas y pegajosas.

Apenas puede leerse y la presentación es imperdonable, tampoco pude escribir demasiado porque afortunadamente o por desgracia mis heridas cicatrizan deprisa.

Sin embargo es, probablemente, el texto más sentido que he escrito.


martes, 14 de octubre de 2008

Un papel


Encontré un papel en un cajón. Al verlo me quedé sentada en el suelo durante dos horas, pensando…hasta que oscureció.
Había algo que no entendía. Pasaron los días y yo seguía volviendo cada noche al papel, a ver si se me ocurría alguna solución. Nada.
Acabó convirtiéndose en una obsesión, hasta el punto de no dormir en toda una noche. Vagaba, con el papel en la mano, por el pasillo, por el salón…dándole vueltas.
Una noche no aguanté, cogí el papel y salí a la calle. Mientras caminaba se me escapó de las manos. Al recogerlo, con la luz blanca de la luna, empecé a distinguir su contenido.
Comprobé con gran asombro que no ponía nada.

¿Por qué a mí nunca me escribiste?

jueves, 2 de octubre de 2008

Mis pesadillas


Hay noches difusas en que parece que toda la vida ha transcurrido en un largo y hermoso sueño. Y te despiertas con una resaca de años preguntándote dónde has estado y por qué tienes esa sensación tan certera del peligro que supone querer a las personas. Pero sigues durmiendo, sin embargo, bajo una plácida y segura respiración.


miércoles, 10 de septiembre de 2008

La Habitación


La habitación silenciosa y sombría esperaba aletargada. Algo inquieto en sus esquinas aleteaba sin moverse.Yo la hice años atrás, la conformé como el agradable refugio que es hoy. O que había sido.Cada vez que he vuelto, sin embargo, puedo sentir el reproche que rezuman sus paredes. El azul de sus lamparitas está cada vez más gastado, y su luz cada vez es menos tenue y más fría. La encuentro ahora sola y resentida.

Soy consciente de que la he sustituido, ya no paso tanto tiempo allí como solía…ya no le pido a cambio todo lo que me daba. En la habitación no hace ya calor. El radiador la convierte nada más en una pegajosa sauna.Una confortable y caliente cama que me mece en un profundo sueño. Y esta noche ya no pude despertar.

Era ella, era la habitación que actuaba despacio, paciente. Era ella la que me hizo ver terribles cosas de las que no podía escapar.Fue en esa habitación donde hoy me desperté llorando, de la que salí pisando un suelo frío y a la que volví buscando un consuelo que ya no encontré. Y es mi habitación la que ya no es la misma.

Hoy me he sentado en la cama, quieta, esperando escucharla. Y me ha hablado.


No puedo volver: mi habitación se ha vuelto contra mí.

lunes, 4 de agosto de 2008

Pasaje a Nocturna


Daba vueltas en la cama tratando de dormirse, empapando las sábanas en sudor y deseando que amaneciera de una vez. Por fin, exhausta, se quedó dormida. Las horas de sueño pasaban como segundos.

Sin embargo, al despertar, comprobó que todavía era de noche. Lo supo con toda certeza por la luz azulada que incidía sobre una esquina de la habitación.


"Por la noche se ve mejor la luz", se dijo. Y entonces supo que había entrado en Nocturna.